El amplio debate surgido en la Revista de Occidente (n.44,enero 2000) sobre la "supuesta" armonía entre las culturas árabe, judía y cristiana que empaparon España en la Edad Media, no hace sino recalcar la envergadura que aquellas mantuvieron en sus múltiples aunque antagónicas aportaciones. El artículo de José Biedma pone en tela de juicio la tan traída y llevada "amistad jubilosa" entre las tres religiones (defendida no sólo por Américo Castro sino también por otros historiadores) según la que, en términos extremos, el concepto mismo de Reconquista se vería desmantelado en sus cimientos. El autor, haciéndose portavoz de las críticas manifestadas en la Revista, niega la existencia de este paraíso racial feliz y pacífico, en primer lugar porque tanto los árabes como los judíos fueron númericamente menos cuantiosos de lo que se cree en virtud del fuerte mestizaje de los primeros ("En absoluto fue un predominio racial; los pocos árabes que entraron...tomaron mujéres autóctonas, así que sus descendientes eran mestizos") y del núcleo poco populoso de los segundos ("Andalucía, en el momento de su reconquista, estaba prácticamente vacía de hebreos por obra de las persecuciones anteriores"). Además ambas religiones, y no sólo la cristiana con sus obsesivas y tristemente famosas pruebas acerca de la limpieza de sangre, fueron profesando una intolerante e incuestionable afirmación de unicidad de su propia fe (véase la noción de "pueblo elegido" de los judíos "en que la 'sangre' resulta teológicamente relevante" y el rechazo rotundo de las otras confesiones por parte del Corán: "¡ Creyentes! ¡ No toméis como amigos a los judíos o a los cristianos! Son amigos unos de otros). A esto añádase el utilizo no infrecuente de la deportación y del exterminio llevado a cabo también por los musulmanes contra judíos y cristianos: recuérdese la deportación masiva a Marruecos, por obra de los Almorávides, de los cristianos de Málaga y Granada y las persecuciones padecidas por los judíos bajo los dominios almorávide y almohade. En cuanto a los mudéjares de Andalucía, ya no quedaron huellas de raza mora tras su rebelión de las Alpujarras de 1570 que finalizó con una castellanización total ("Pretender que los andaluces actuales descendamos de 'los moros' es tan iluso como pretender que los castellanos descienden de 'los godos' ") y, por lo que atañe a los mozárabes, la mayoría de ellos prefirieron huirse al Norte de España antes que quedarse bajo dominio musulmán, o sea antes que verse perseguidos y maltratados.
El meollo del problema, según Baeza, no es ni la diversidad étnica (árabes y judíos, al fin y al cabo, pertenecen a la misma raza semita) ni la pluralidad de los idiomas (el hebreo era ya idioma muerto, sólo utilizado en la liturgía, y el árabe se sobrepuso a los dialectos peninsulares sin impedir el impulso del castellano como lengua mayoritaria), sino más bien la "patrimonialización de lo divino" o sea el fundamentalismo de cada una las tres religiones cuyos fieles " se creen en posesión de la Verdad y no están sinceramente dispuestos a ceder ni un ápice".
La conclusión del autor es amarga: "El hombre es el ser que se enamora sobre todo de sus sueños" y afirmando que si por un lado "el predominio de la cultura islámica no hubiera sido nunca posible sin coacción", por otro demuestra que una religión como la islámica cuya esencia reside en la sumisón total de sus fieles considerados como "súb-ditos y no ciudadanos", inevitablemente lleva a la conclusión de que "quien carece de derechos personales carece también de deberes o compromisos sociales". Verdad dramáticamentee actual en tiempos como estos, todavía caracterizados, a pesar del concepto de "modernidad", por numerosos países aplastados por brutales dictaduras.
Fonti:
El mito de las tres culturas en http://usuarios.iponet.es/ddt/tres.htm